CULTURA
Hallan en el Báltico, a 75 metros de profundidad, el pecio del «Mars», el buque insignia de la flota sueca, hundido en 1564
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Arqueólogos suecos acaban de hacer uno de los grandes descubrimientos del nuevo siglo en el fondo del mar Báltico. Se trata de los restos del mítico «Mars», buque insigna y orgullo de la flota del rey Erik XIV, hundido en 1564, un barco de más de 80 metros de eslora que solo estuvo en acción dos días de feroz combate, en los que, sin embargo, su presencia cambió las reglas de la guerra naval en el norte de Europa.
Nada más aparecer la flota sueca en la batalla de Öland aquel 30 de mayo de 1564, la atención de la armada combinada de Dinamarca y Lübeck se centró en el impresionante buque insignia —el doble de grande que cualquier barco de entonces en el Báltico— y decidieron concentrarse en su caza, que duró dos días de guerra sin cuartel. El «Mars», también llamado «Makalös», el «Incomparable», es uno de los barcos de guerra más estudiados de la historia. Desplazaba 1.800 toneladas y estaba armado con 107 cañones (otros apuntan a 173 bocas de fuego de distintos calibres) y 800 hombres, la mayor parte de los cuales se hundió con él.
Durante el primer día de batalla, el almirante sueco Jakob Bagge mantuvo el barlovento con destreza, y por tanto la maniobrabilidad del «Mars». Ello le permitió rechazar múltiples ataques y hundir al menos un barco enemigo, además de dañar otros. El problema vino durante la noche, cuando la flota sueca perdió su formación y el 31 de mayo amaneció con el «Mars» escoltado tan solo por cinco o seis barcos. Los capitanes de la flota no habían alcanzado una posición óptima de combate, a pesar de la determinación del almirante.
Ese segundo día, los aliados concentraron con nuevos bríos el fuego sobre el enorme barco y al fin destruyeron, de un disparo certero, el timón del «Mars», lo que puso al buque insignia al alcance del enemigo e hizo huir al resto de la flota. Lo abordaron para cobrarlo como pieza. Sea como fuere, el fuego alcanzó un barril de pólvora y el buque entero estalló. Murieron más de 600 hombres de su tripulación y 300 de los enemigos que lo habían abordado. Tan solo un centenar de marinos fueron rescatados con vida. Entre los supervivientes se encontraba el almirante Bagge. Fue la única victoria naval de los aliados en la guerra de los Siete Años del Norte, aunque no sirvió de nada porque el impruedente almirante danés Hans Lauritzen perdió parte de la flota en una tormenta.
Por su tamaño y capacidad de resistir los ataques de una flota combinada, el «Mars» convenció a daneses y germanos (y, por supuesto, a los suecos) de la conveniencia de construir buques artillados más grandes. Ordenaron la construcción del«Fortuna» (danés) y el «Grosse Adler» (de Lübeck) en 1467, con 2.100 toneladas. El rey sueco Johan, hermano y sucesor de Erik botaría en 1573 el «Sant Oluf», de 3.500 toneladas, y ya nada sería igual: a pesar de las continuas refriegas contra la alianza germano-danesa, la política sueca de gran movilización de recursos permitió mantener la hegemonía en el mar a partir de la década de 1570. Y la flota les hizo dueños del comercio hacia Rusia.
Según el descubridor del «Mars», Richard Lundgren, ahora se prepara un equipo científico para dirigir los posibles trabajos de extracción. Suecia es territorio vedado a los cazatesoros y por ello Universidades, institucinoes y empresas como la Globar Underwater Explorers, de Lundgrun, participan en el proyecto, cuyos resultados irán a un museo. En España, con una historia naval aún más rica que la sueca, un proyecto como este aún no sería posible, ni soñando.
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