DESCUBRIMIENTO
Hallan en Zestoa un collar de hace 25.000 años
En el yacimiento de Irikaitz han aparecido también piezas de 250.000 años que ayudarán a conocer al Homo Heidelbergensis
11.08.11 - 02:25 -
El equipo de arqueólogos de Aranzadi que trabaja en el yacimiento de Irikaitz, en Zestoa, vivió el pasado lunes un día de fiesta. Celebraba el descubrimiento de una pieza única, un collar de hace 25.000 años, es decir, perteneciente al periodo Gravetiense del Paleolítico Superior. Otro collar famoso, el de la cueva de Praileaitz, tiene 'sólo' 15.000 años. Alvaro Arrizabalaga, profesor de Prehistoria en la Universidad del País Vasco, que dirige la excavación, comentaba ayer que «Irikaitz siempre nos ha dado muchas satisfacciones, pero ésta se encuentra por encima de todas. Es muy agradecido».
«Ha sido como encontrar una aguja en un pajar, sobre todo porque está entera y teniendo en cuenta que el yacimiento tiene una extensión de 80.000 metros cuadrados...», subraya Arrizabalaga. «Se trata de un ornamento personal que no es muy abundante en la Península Ibérica. En total se habrán localizado unas veinte 'joyas' de este tipo, en su mayoría realizadas con conchas marinas y colmillos de ciervos, pero todas ellas se han hallado en cuevas».
De un primer estudio se desprende que el abalorio tenía una doble función: además de servir de ornamento -tiene un agujero muy pulido que en su tiempo estaba atravesado por un cordel- se usaba como herramienta. «Tiene una serie de puntitos por las dos caras que se produjeron al retocar y afilar piezas en sílex. Se podría decir que nuestro prehistórico era una especie de MacGyver que llevaba a mano los utensilios». Porque, como explica, «hace 25.000 años eran cromañones como nosotros, con las mismas capacidades para pensar y simbólicas, tendrían alguna creencia y hablaban perfectamente un lenguaje articulado».
Además del collar, se han encontrado otros utensilios: una punta de flecha, un buril y un raspador con un borde redondeado que se utilizaba sobre todo para limpiar las pieles sin cortarlas.
Campamento de otoño
Pero eso no es todo. En el yacimiento han aparecido también herramientas mucho más antiguas y que han permitido conocer que el lugar ha estado ocupado en dos ocasiones, con una diferencia de miles de años entre ellas. La que da mayor valor al yacimiento, porque es la menos habitual, se remonta al Paleolítico Inferior. «Empezamos calculando que tendría unos 150.000 años, pero ahora nos estamos acercando más a los 250.000 aproximadamente». Son unas herramientas muy toscas realizadas con cantos de río procedentes del Urola. «Se asentaban aquí porque encontraban unas materias de tipo volcánico, muy difíciles de localizar en otros puntos del País Vasco».
Los numerosos cantos aparecidos en este yacimiento permiten afirmar que los hombres de la Edad de Piedra tenían su propio taller, donde probaban la calidad de las piedras. Les daban un golpe y si no se rompían seguían tallándolas; las otras, cerca de las tres cuartas partes de lo transportado, se desechaban. La piezas localizadas estos días muestran que «con dos golpes conseguían una herramienta como un hendidor que servía para cortar. Porque, además de trabajar la piedra, basalto y vulcanita principalmente, también eran cazadores».
Los arqueólogos destacan el hallazgo de una herramienta terminada junto a la lasca retirada de la piedra. «Para nosotros esto es muy importante, porque nos permite certificar que las piezas se han dejado donde se tallaron, lo que da al yacimiento un mayor valor».
Alvaro Arrizabalaga comenta que «si dividimos la Prehistoria del País Vasco en seis partes cronológicas, de las cinco primeras sabemos muy poco, por no decir nada. Tenemos ocupaciones humanas desde hace 300.000 años, pero conocemos relativamente bien solo los últimos 50 o 60.000. Pero si algún día se llega a saber algo de las primeras etapas será a partir de Irikaitz, porque se corresponde a los momentos más antiguos».
Irikaitz era un asentamiento para los habitantes del Paleolítico Inferior al que acudían todos los años en octubre. ¿Cómo se sabe con tanta exactitud? Porque se han encontrado cáscaras de avellana quemada, que cocinaban para alimentarse. «Es otro milagro que se conserven desde entonces», apunta el arqueólogo. Los campamentos eran pequeños, con dos precarias chozas de maderas y pieles que se colocaban a una distancia de cinco o seis metros. «Como volvían todos los años, hay muchos restos y parece que los asentamientos eran mucho más grandes, pero como mucho vivirían unas doce personas por temporada. Tenían fuego, lo demuestra una placa de hogar, y utilizaban paravientos».
Tomado de:
ES EL MÁS ANTIGUO ENCONTRADO EN UN YACIMIENTO AL AIRE LIBRE DE LA PENÍNSULA
Alvaro Arrizabalaga, director de la excavación de Irikaitz, dará hoy los detalles
N.G. - Miércoles, 10 de Agosto de 2011 - Actualizado a las 03:16h
Vista: