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jueves, 27 de octubre de 2011

Encuentran un pariente desconocido del Tiranosaurio Rex en una obra en Alemania

Entre los restos fosilizados descubiertos, se encuentran parte de un antebrazo inferior, un omoplato, el costillar y uno de los pies.

Paleontólogos alemanes han descubierto, en una gran obra de construcción en la ciudad de Dortmund, los restos de un hasta ahora desconocido pariente del Tiranosaurio Rex. Un portavoz de la sociedad arqueológica y paleontológica de Westfalia-Lippe (LWL) explicó que hace dos años encontraron en las obras de construcción de una carretera los restos fósiles de varios huesos y una gran uña con forma de hoz , pero hasta ahora no habían sido analizados con detenimiento.
El hallazgo se hizo en una gran placa de piedra fosilizada de una deposición marina de la era del cretácico superior temprano, hace unos 90 millones de años, cuando toda Europa era un archipiélago en medio de un mar poco profundo. En aquella época la zona estaba situada a orillas del mar y «el cadáver del animal se encontraba en aguas poco profundas cuando fue cubierto por la arena y se fosilizó», explicó el paleontólogo Klaus Peter Lanser.
El saurio depredador, aún por bautizar, aunque se le considera de la familia de los terópodos, medía unos diez metros de largo de la cabeza al extremo de la cola. Entre los restos fosilizados descubiertos se encuentran parte de un antebrazo inferior, un omoplato, el costillar y uno de los pies, que ya han sido preparados para su conservación y serán presentados a finales de noviembre en una feria mineralógica y paleontológica en Dortmund, al oeste de Alemania.
Lanser subrayó que «se trata hasta ahora del único saurio terrestre que hemos encontrado de esa época en la región de la Cuenca del Ruhr» y comentó que al principio se pensó que los restos podían ser de algún cocodrilo primitivo o de un saurio marino. El paleontólogo descartó que se pudiesen encontrar más restos del animal fosilizado, ya que que en el lugar del hallazgo ha sido construido ya un gran puente de carretera.
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Arqueólogos de EEUU recuperan un cañón del barco de Barbanegra

WILMINGTON, EEUU (Reuters) - Un equipo de arqueólogos recuperó el miércoles otro cañón de los restos hundidos del legendario barco del pirata Barbanegra en la costa de Carolina del Norte.

El cañón de 2,4 metros, que descansaba en el fondo de la Ensenada de Beaufort desde que el buque "Queen Anne's Revenge" (Venganza de la reina Ana) se hundió en 1718, estaba cubierto de un caparazón parecido al cemento compuesto por arena, sal y vida marina.
"Es como si fuera Navidad", dijo el director del proyecto, Mark Wilde-Ramsing, en un comunicado.
Barbanegra, cuyo verdadero nombre se cree que era Edward Teach o Thatch y que tenía una residencia en Carolina del Norte, capturó un barco francés de esclavos en 1717 y lo rebautizó como "Queen Anne's Revenge".
Barbanegra acabó recibiendo un indulto. Pero algunos expertos dicen que se aburrió y volvió a la piratería. Murió a manos de voluntarios de la Marina Real Británica en noviembre de 1718, cinco meses después de que se hundiera el barco que se cree que es el "Queen Anne's Revenge".
Los investigadores han pasado el otoño recuperando objetos antiguos del sitio de naufragio, localizado en 1996 por Intersal, con sede en Florida.
El Departamento Recursos Culturales del estado dijo que la expedición ya había recuperado una serie de objetos como cadenas, municiones de hormigón, un fragmento de vidrio de una copa y varios elementos relacionados con el aparejo de la nave.
En total, se han sacado y recuperado 12 cañones a través de un proceso de limpieza que puede llevar hasta cinco años.
El cañón sacado el miércoles será trasladado al laboratorio de conservación del Queen Anne's Revenge en East Carolina University.
Se ha examinado alrededor de 50 por ciento del lugar y se han hallado unos 280.000 objetos. Los investigadores quieren completar el trabajo en 2013.
(Reuters)
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http://noticias.lainformacion.com/interes-humano/arqueologos-de-eeuu-recuperan-un-canon-del-barco-de-barbanegra_qv1iR0nOkfGqnQj80KBMq3/

Identifican patrón numérico en pirámides teotihuacanas


Credito:
Redacción
La probabilidad de que 83 centímetros haya sido la unidad de medida utilizada en la antigua arquitectura teotihuacana, particularmente para la construcción de las pirámides del Sol, de la Luna y de Quetzalcóatl, fue planteada por el arqueólogo japonés Saburo Sugiyama, en la 5ª Mesa Redonda de Teotihuacan, donde explicó que a partir de cálculos basados en las medidas de estas construcciones se ha determinado la constante presencia de dicha unidad numérica.
En dicho encuentro, donde también participó el arqueólogo Eduardo Matos, con una ponencia sobre las semejanzas arquitectónicas y de cosmovisión de las culturas mexica y teotihuacana, el investigador de la Universidad Estatal de Aichi, Japón, precisó que la posible medida longitudinal utilizada por los antiguos arquitectos de la Ciudad de los Dioses, corresponde a “una base numérica compuesta por 83 centímetros, porque es la cantidad que, multiplicada por 4 o múltiplos de 4, se repite constantemente en las medidas de las edificaciones del sitio prehispánico”.
En el foro académico, organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) y que se realiza del 23 al 28 de octubre, Sugiyama indicó algunos ejemplos al respecto, como las medidas de la alfarda, escalera y distancia entre las esculturas de cabezas de serpiente de la Pirámide de Quetzalcóatl.
“La alfarda mide 1.66 metros de longitud lo que corresponde al doble de la unidad que sugiero; lo mismo pasa con la distancia entre las cabezas de serpiente que es cuatro veces la unidad (3.32 metros), o con el largo de la escalera que es de 13.2 metros, lo que equivale a 16 veces la unidad; y así sucesivamente se puede también observar este patrón numérico en las pirámides del Sol y de la Luna, así como en la Ciudadela, en las que 83 centímetros es la base numérica que se multiplica constantemente”.
Al dictar la conferencia Cosmograma y política plasmada en la planificación urbana de Teotihuacan, Saburo Sugiyama también habló sobre el simbolismo de la Pirámide de la Luna, planteado a partir de los avances de investigación de entierros humanos y ofrendas halladas durante el proyecto de excavación de 1998 a 2004, que fueron encabezadas por él.
En este sentido, comentó que dichos contextos funerarios son muestra de la importancia de la pirámide como templo sagrado, en el que se hicieron ceremonias vinculadas con los movimientos celestes, la dualidad fuego-agua y el renacimiento del día.
“Al hacer excavación en la Pirámide de la Luna, por medio de un túnel que hicimos hacia el interior, se halló evidencia de superestructuras y sistemas constructivos, de los cuales determinamos más tarde la existencia de siete niveles, cuya antigüedad va de 100 a 400 después de Cristo.”, explicó el arqueólogo al añadir que asociados a estos niveles constructivos se descubrieron algunos entierros, de los cuales describió dos, denominados V y VI, que fueron los que presentaban mayor cantidad de elementos
El entierro V fue hallado entre los niveles constructivos cinco (300 d.C.) y seis (350 d.C.), por lo que expertos del INAH consideran que fue depositada en una ceremonia de terminación. “Se encontró un espacio abierto —sin mampostería ni construcción que sugiriera la evidencia de un templo— donde posiblemente se realizaron rituales, pues se descubrieron tres osamentas humanas en posición de flor de loto (común entre personas de linaje), cuyos individuos seguramente fueron ofrendados para llevar a cabo la ampliación constructiva de la Pirámide de la Luna.
“Dichos esqueletos —continúo Saburo Sugiyama— portaban collares y pendientes de piedra verde, con diseños de lo que parecerían cuerdas amarradas, que para la zona maya eran figuras ornamentales relacionadas con la élite o la autoridad, lo que nos sugiere algún tipo de relación entre mayas y teotihuacanos”.
El segundo entierro, el VI —encontrado en el nivel constructivo cuatro (200-250 d.C.) de la Pirámide de la Luna—, se integraba por varios elementos simbólicos, entre ellos restos óseos de más de 50 animales acomodados en el centro y esquinas de la ofrenda, de los cuales 18 correspondían a águilas, 13 a jaguares y pumas, 10 a lobos y el resto a serpientes de cascabel y conejos; fauna vinculada con la guerra y sacrificio, según las representaciones de murales de la Zona Arqueológica de Teotihuacan.
Saburo Sugiyama agregó que dicho entierro también contenía 12 esqueletos humanos, con la particularidad de tener las manos amarradas; de éstos 10 estaban decapitados y acomodados unos sobre otros, los dos restantes portaban ornamentos y un punzón de jade clavado en sus hombros, que se usaba para el autosacrificio, por lo que se considera que eran individuos de alto rango social.
“Debajo de los restos óseos, se encontraron 18 cuchillos de obsidiana en forma de serpientes emplumadas y de fuego o xiuhcóatl, y debajo de éstos se halló un piso esgrafiado con 12 líneas que indican la orientación de la puesta de Sol durante el equinoccio, por ello suponemos que el ritual realizado se relacionaba con los movimientos celestes, y al mismo tiempo con la dualidad agua-fuego, pues alrededor de los cuchillos había siete jarras con representaciones de Tláloc, dios de la lluvia y la fertilidad”, precisó el arqueólogo japonés.
Además, en el mismo contexto funerario se descubrió un disco de pirita y dos esculturas antropomorfas, una de obsidiana y otra de piedra verde, de las cuales, según piensan los expertos, una estaba parada sobre el disco, haciendo alusión a imágenes de murales teotihuacanos en los que se observa un disco del cual emerge una figura humana; según interpretaciones de investigadores del INAH, puede significar la salida del sol del inframundo para comenzar un nuevo día.
Tenochtitlan y Teotihuacan, afinidades y divergencias
Por su parte, al dictar la conferencia El centro del universo en Teotihuacan y Tenochtitlan: afinidades y divergencias, Eduardo Matos, el investigador emérito del INAH, al hacer un análisis sobre las semejanzas y diferencias entre ambas urbes, señaló que si bien estuvieron alejadas en el tiempo, hubo algunos aspectos ideológicos y arquitectónicos que las unieron.
Al respecto, destacó el aspecto fundacional de estas dos civilizaciones, mediante la presencia de una montaña sagrada y principal, representada con la Pirámide del Sol y el Templo Mayor, ambas orientadas hacia el poniente, y asociadas simbólicamente con la dualidad vida-muerte.
“Las dos estructuras están situadas hacia donde cae el Sol para ‘entrar al inframundo’ y volver a nacer al día siguiente; además, están delimitadas por grandes plataformas circundantes que demarcaban el espacio de sacralidad”, señaló Eduardo Matos.
Finalmente, concluyó con la explicación de los actos rituales de ambas civilizaciones, que para el caso de Teotihuacan, si bien no existen testimonios escritos, sí se ha encontrado evidencia arqueológica que lo confirma, como entierros con esqueletos humanos con huellas de sacrificio, y ricas ofrendas.
A su vez en Tenochtitlan, se sabe por el Códice Florentino y crónicas del siglo XVI, de la existencia de dos ceremonias conocidas como panquetzaliztli y hueytozoztli, dedicadas al dios de la guerra Huitzilopochtli, y a Tláloc, deidad del agua, respectivamente, en las cuales se presume hubo ofrecimiento de sacrificios humanos.
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